Qué emoción, me parece irreal cuando escuche tu voz por el teléfono y me decías: “ven, estoy sola, quiero verte”. Salí apuradísimo de mi casa y me puse encima una chompa, la primera que encontré. Salí a la calle y no sabía si era verdad que me hayas llamado, y cómo averiguaste mi número, pero no me importa, voy a ir y te buscaré. Ahora lo sé con seguridad: sí, tú me amas. Por eso ahora voy a ti.
Tomo un taxi para poder llegar lo más pronto posible, me fijo en mi celular la hora: 5 y 36, hora buena. En el taxi suena la música de La Inolvidable, qué lindas baladas. Voy tarareando una canción de Los Doltons, pero luego el taxista me cambia la emisora y pone algo de rock que me malogra el sentimentalismo. Voy llegando, en la esquina señor, le digo al taxista. Págueme con sencillo, pues joven, me dice el taxista: con el amor estoy aprendiendo a tolerar los malos genios, y de este taxista lo voy a tolerar.
Me hace una escena horrorosa el taxista: te deberé un sol, no hay sencillo, me dice; cómo que un sol, acaso te conozco; oiga joven a mí no me tuteas, a mí tampoco, le digo. No me importa que se haya ido el taxista debiéndome un sol, porque el sol más valioso eres tú, créeme. Me encamino a tu casa, qué lindo el lugar por donde vives, bonitas tus vecinas; sí, pero tu eres mas bonita.
Tomo una bocanada de aire y respiro despacio, no sé si tocar o no tocar; pero estoy ahí. Toc toc toc, qué demora, por qué no sale, hablo solo conmigo. toc toc toc, de nuevo toco la puerta pero con un poquito mas de fuerza. Claro estoy segurísimo, vas a salir. Sí joven que desea, me dice una vecina tuya, busco a… Roberto, mi compañero de la universidad, le digo; aunque sé que no se la cree. No hay nadie en la casa, todos han salido, me dice, qué raro él me dijo que estaría aquí, o, mejor dígame su nombre, y así le digo a Roberto que usted a vendió a buscarlo, me dice mirando de pies a cabeza ¿acaso estoy tan impresentable?, me pregunto.
Hago el ademan de irme sin darle mi nombre aduciendo que yo mas bien le voy a llamar al supuesto Roberto que es tu hermano. Busco en mi celular el número entrante, busco un teléfono, marco lentamente para no equivocarme: ahorita me contesta, y asunto solucionado. Vuelvo a marcar, pero solo timbra y timbra, o es que acaso sabes que te estoy llamando y no me quieres contestar y te arrepentiste. Pues no lo creo. Marco por ultima vez, – la tercera es la vencida – despacio miro el numero y presiono la tecla, ahora termino y solo espero que contestes.
Ya ha pasado unos días y sigue en mi memoria que me hayas hecho esa clase de broma, y, si no es así, escríbeme como lo hago todos los días; pero no perdono que me hayas hecho esto, y siempre odiaré, también, esa grabadora estúpida de mi celular por toda mi cruel vida: si desea deje su mensaje en la casilla de voz