Yo no soy un fanático del futbol, pero si acostumbro ver los partidos de la selección peruana, pero lo que quedara en mi memoria será ese glorioso miércoles 10 de setiembre, donde haber empatado con la gran Argentina había una fiesta en mí.
Nadie creía que por lo menos empatarían uno a uno, peor aun, que jugase como aquel día, al mismo nivel de los dioses del futbol, parecía un Goliat vencido por un diminuto David. Y fue así. Todos, hasta los más agnósticos invocaban a Dios o a otra forma de divinidad para poder empatar aunque sea, pero no creían que ese diminuto David que era nuestro equipo peruano, jugó como si fuese la final del mundial de futbol.
Recuerdo ese día, yo hacia un trabajo de Dibujo de la universidad, y a la vez miraba la televisión. Por ratos hacia mis trazos y por momentos me paraba y me acercaba a la televisión para poder ver mejor de cerca; creo que ese día no me intereso mi trabajo que tenia que presentar al día siguiente, ese día me senté y sufría como muchas peruanos que veían como la pelota se acercaba al área argentina y no llegaba el gol.
Pero sucedió lo de siempre: faltando poco para el final del partido por un descuido de nuestra defensa nos hacen un gol, ya estaba decepcionado, odiaba a los muchachos, pero ala vez reconfortado porque esos muchachos jugaron muy bien. Cuando ya estaba todo echado a perder, yo avocado de vuelta a mi trabajo, pero sin dejar de oír la narración, escuchaba: ¡Vargas, Vargas lleva la pelota, corre, corre y Sanetti no puede alcanzarlo, patea, ahí esta XXXXX, estira la pierna y goooooolll, peruano, gol, gol, gol, peruano! Ese día fue una locura grite, mi hermana que estaba dormida se despertó y sin darle importancia se dio la vuelta y siguió durmiendo, y yo feliz, había empatado Perú, aunque no ganó, pero ese día ganó para todos los peruanos.
Al día siguiente –como era de suponer- los diarios decían “Perú fue mas que argentina” o “Dios es peruano” y todo tipo de titulares decían casi lo mismo, pero no importaba, Perú fue superior a Argentina